MIXomatosis

domingo, 13 de julio de 2008

El portero de noche / The night porter. Liliana Cavani



“ Il portiere di notte”


En esta ocasión pretendo analizar someramente temas tales como el carácter masoquista, el cuerpo erótico relacionado con la política, la mirada pasiva/activa y el fetichismo en el cine. Los temas anteriormente enunciados se han escogido según las dinámicas sexuales, eróticas, de placer y control que se pueden destacar en el largometraje de Liliana Cavani “El portero de noche” (1973).

El masoquismo en dicha película es latente en la relación entre los dos protagonistas. Tanto Lucía (Charlotte Rampling) como Max (Dirk Bogarde) establecen el carácter masoquista del goce en tanto que él, ex combatiente en el bando nazi, está capturado por el deseo que le produce estar cerca de ella, a veces en posición de esclavo, traicionando de esta forma su ideología política. A su vez, Lucía, judía retenida y humillada por Max durante el periodo de guerra, adquiere una posición masoquista al querer establecer una relación con él después de lo acontecido. Según el psicoanálisis la práctica de ambos personajes se puede situar en un masoquismo que conlleva el placer de la esclavitud. La erogenización que se indica, en un gusto por la sumisión y la autoridad, tiene como ejemplo el lenguaje amoroso por parte de Max, siendo figura tanto del dominio como del sometimiento. No hay un amo, no hay un carácter dominante en el sexo pues ambos son presas y cazadores.

La práctica de estos dos personajes, como se puede ver a lo largo de la película, no sólo es de carácter masoquista sino también sádico, sin dejar a un lado cuestiones sado voyerísticas. Es el caso en el que Max subyuga y somete a Lucía filmándola desnuda cuando los retenidos están en un recinto determinado. Otras actitudes sádicas se reflejan en el tiroteo que ejerce sobre ella en determinado momento del film o cuando la ata con cadenas para que no pueda escapar de su casa. La personalidad sádica de Lucía se evidencia cuando ella, por voluntad propia, decide dejar a su marido y su entorno social para encerrarse en casa de Max. En este punto del film se aprecia la evolución de ambos personajes ya que las dos figuras, dominante/dominado, se contaminan mutuamente. Así pues, se ve el dominio de ella frente a la situación pues implícitamente hace que él se niegue a sí, alejándose de sus compañeros nazis y dejando su trabajo como portero del hotel. De esta manera, se denota el placer en el cambio de papel del victimario (él) pues hay una identificación con la situación de la victima (ella). Con ello se puede señalar una visión liberadora del sadismo de él en el hecho de que le supone una pérdida del control sobre la situación. Por lo tanto, podemos decir que hay un sádico en la posición masoquista. Según Susana Bercovich “La historia parece indicar que el irreductible en lo sexual no es ni el horror a la castración ni el horror a la feminización, sino la pasividad del hombre”.

“El placer es dominante y la sumisión y pasividad resulta inadmisible” (Susana Bercovich). Considerando esto podemos hablar del factor erótico en la política. El erotismo se puede extender a un orden social; hay un placer en el control y en el dominio sobre otro y este placer es erótico. Un ejemplo de ello en el film, es la escena en la que Lucía, durante el reclutamiento, protagoniza un baile erótico con emblemas fálicos tales como un gorro militar, los guantes y tirantes, lo cual simboliza el carácter falocéntrico de la autoridad excitante, la valoración del ejercicio del poder. Es curioso ver como en el trabajo de edición del film, después de este espectáculo, Max le lleva una caja de regalo con una cabeza de un reclutado que supuestamente la molestaba. Así pues, la sucesión de escenas puede estar ironizando el gusto por el poder y la violencia, además de demostrar la inseguridad de él frente al ejercicio de poder que ella posee en esos momentos. Foucault afirma que el poder es un terreno estratégico allí donde tiene lugar una relación desigual entre el poderoso y el que no tiene poder “donde hay poder, hay resistencia. (…) De hecho el poder produce: produce realidad: produce campos de objetos y rituales de verdad”. La protagonista, al interiorizar una actitud de poder frente a la situación (pues no sólo hace parte de su personalidad sino que en determinadas situaciones él se sitúa en un nivel de pasividad), ejerce el poder sobre ella misma e implícita o explícitamente sobre él. Tomando la escena del baile como ejemplo, se puede hacer una lectura posicionada en base a la teoría Queer que, además de tratar otros muchos aspectos de la sexualidad, hace hincapié en el hecho de que por medio de una experiencia se puede ir más allá de las determinaciones culturales que prefija la política. Lucía haciendo uso de la simbologías fálicas, subvierte los roles míticos de género.

A pesar de los abusos ejercidos por parte de Max contra Lucía, siempre nos queda la duda de en qué medida ella sexualizaba la autoridad de él y lo inducía a determinados actos de violencia. Esta reflexión surge dada la decisión voluntaria de ella de establecer una relación con su opresor, años después. ¿Hasta qué punto ella ejerce conciente o inconcientemente sus acciones frente a él? Y en el caso del opresor, ¿se enamora y ama a Lucía por la liberación que ello puede suponerle el romper las barreras políticas del opresor/oprimido?

Toda esta serie de cuestiones y muchas otras pueden plantearse viendo una película como “Portero de noche”. En mi opinión no tenemos porque identificarnos exclusivamente con uno u otro personaje, quizá todos tenemos ciertos componentes de uno y de otro. Esta similitud se puede enmarcar en entornos y relaciones bastante diferentes pero con dinámicas propias del sadomasoquismo, el fetichismo y las influencias sobre nuestros gustos sexuales y políticos.

La dificultad de trabajar un ensayo como éste es debida a la identificación personaje-espectador con la complejidad psicológica de los protagonistas ya que nos puede poner en una situación dramática. Esta sensación deriva de nuestra propia conducta que en determinados momentos puede resultar destructiva, y que en esta película se lleva al límite resultando cruda para su audiencia.

El documental “Filmar el deseo” de Marie Mandy retrata de una forma interesante lo que han hecho algunas de las directoras en la historia del cine. Es interesante ver como, dentro del lenguaje cinematográfico, Mandy se encarga de hacer una edición de conceptos y pensamientos excluyentes durante todo el film: ya no sólo hablo de la importancia que le da a determinadas personalidades femeninas del cine y a otras no, sino que utiliza el mismo recurso masculino de excluir al género contrario, olvidándose de grandes directores hombres que han ofrecido un retrato complejo de la feminidad (Ingmar Bergman, George Cukor, Douglas Sirk, Josef Von Sternberg, Fassbinder o John Cassavetes).

BIBLIOGRAFÍA:

- Mulvey, Laura. (1988) “Placer visual y cine narrativo” Valencia.

- STOREY, Jhon (2002) Estructuralismo y postestructuralismo. “Teoría cultural y cultura popular”. Barcelona: Ocaedro.

- Bercovich, Susana. “La dicha en la esclavitud”. www.mecayoelveinte.com

- de Lauretis, Teresa. (1992) “Alicia ya no: Feminismo, semiótica, cine”. Cátedra. (1ª ed.1884)

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