MIXomatosis

martes, 22 de junio de 2010

El gigante

viernes, 11 de junio de 2010

Arco y flecha/bow and arrow



martes, 1 de junio de 2010

Rotura/rip



jueves, 27 de mayo de 2010

El pánico, el vómito/the panic, the vomit



Por favor, podría detener el ruido, estoy intentando descansar...

martes, 25 de mayo de 2010

El himno/anthem



Todos están muy cerca. ¿Qué pasa?

martes, 4 de mayo de 2010

Sin salvavidas



¿Y si me lanzo sin una red de seguridad...?

lunes, 3 de mayo de 2010

All I need


20x15 Acrílico, óleo, tinta, tornillos sobre tablex

viernes, 23 de abril de 2010

Lo he visto venir/I've seen it coming


"¿La luz sale de ti? porque la luz viene de mi"

miércoles, 14 de abril de 2010

"Analyse"

Una profecía cumplida de infinidad de posibilidades. Hay millones de números alrededor, cercados por vallas que son imposibles de escalar. Frases y ritmos que no riman. Todo eso puede cambiar pero no pasará, no encontrarás entre esa maraña de números y ritmos evitar el caos.

Todo se deprime, se hunde y no hay chispas, ni luz en la oscuridad. Corres, te vas lejos pero ¿qué has encontrado allí? Entonces sólo se te oye decir: “no hay tiempo, no hay tiempo para analizar, para pensar correctamente las cosas, para dar sentido”

Las vacas en la cuidad… todo se ve bonito, coches con electricidad. Todo entre sombras. Ellos duermen como bebés.

martes, 13 de abril de 2010

Hormigueo. Razonable y sensible/ Tingling. Reasonable and sensible


Tinta sobre papel de acuarela.

lunes, 12 de abril de 2010

Serie: Why so green?



Primeros tres cuadros de la serie pictórica "Why so green?"

jueves, 8 de abril de 2010

Why so green?


130x100
Óleo y tinta sobre lienzo

Why so green and lonely?

miércoles, 7 de abril de 2010

Why so green? (detalle)


130x100
Óleo y tinta sobre lienzo

miércoles, 24 de marzo de 2010

Sin conclusión/No conclusion


116 x 89. Óleo y carboncillo sobre lienzo

(No te preocupes esta oscuridad es sólo sugesitón)

martes, 23 de marzo de 2010

Sin conclusión/ No conclusion (detalle)


116 x 89. Óleo y carboncillo sobre lienzo

jueves, 18 de marzo de 2010

Aquí, aquí/ There, there


Óleo y carboncillo sobre lienzo. 116x100

miércoles, 17 de marzo de 2010

Aquí, aquí (detalle)/ There, there


Óleo y carboncillo sobre lienzo. 116x100

lunes, 15 de marzo de 2010

¿Y dónde están las pinturas?/Where are the paintings?



"Trailer" de la siguiente serie pictórica titulada "Why so green?"

miércoles, 10 de marzo de 2010

El turista/the tourist

martes, 23 de febrero de 2010

¿Amor?



"(...) rechazo a dejarse nutrir. La causa estaría en la presencia de un otro tan presto por responder a la demanda del sujeto que provoca así el rechazo de su don a condición de salvaguardar el deseo." Lacan.

jueves, 4 de febrero de 2010

Sadismo y masoquismo en “La Venus de las pieles” L.V.S. Masoch

Introducción


El siguiente trabajo hace referencia al ejercicio sádico y masoquista de los personajes femeninos de la novela “La Venus de las pieles” de Leopold von Sacher- Masoch.


A lo largo del trabajo se describirá el origen de los términos sadismo y masoquismo. Se definirán estos conceptos y se pondrá en evidencia los elementos sádicos y masoquistas en relación con las mujeres de la novela “La Venus de las pieles”. Además de hablar de cuestiones relacionadas con la sumisión y la autoridad que puede suponer el masoquismo y el sadismo respectivamente. Estos dos conceptos se desarrollarán y relacionarán en todo momento con la novela.


1. Sinopsis de la novela.


La Venus de las pieles” es una novela narrada por el protagonista Severin von Kusiemski que habla de su relación masoquista con Wanda von Dunajew. En la novela se pueden encontrar los síntomas característicos del masoquismo, siendo importante destacar la importancia del gusto por las prendas de pieles, látigos, castigos y humillaciones.


El protagonista Severin personaje indudablemente masoquista se enamora de Wanda mujer imponente, bella, rebelde y amante del mundo griego que promulga el placer, las relaciones amorosas breves, la libertad y es opositora de la Iglesia, el Estado y la moral cristiana. Wanda una vez conoce a Severin se enamora de él hasta tal punto que sacrifica su yo para hacer parte de las dinámicas masoquistas que tanto gustan a Severin. No por ello podemos enmarcar a Wanda como una sádica, ella hace parte del ejercicio masoquista sin ser ni masoquista ni sádica como se explicará más adelante. Durante un tiempo ella complace las necesidades de su amado incluso es partícipe de un contrato en el que se estipula que él es su esclavo. Después de numerosas infidelidades Wanda confiesa a Severin que el Griego es el amado al que quiere someterse. El Griego y Wanda deciden flagelar a Severin con la intención de “curarlo”, después huyen juntos. Es en este momento cuando por fin podemos decir que Wanda actúa de forma sádica. Severin después de ser torturado se convierte en sádico, fustigando y castigando a las mujeres con las que se relaciona.


2. Masoquismo y sadismo


2.1 Origen de los términos


El nombre del escritor Masoch ha servido para designar el masoquismo aunque la ignorancia sobre su obra resulta evidente. Sin embargo, Sade (por él se pone el término sadismo) es cada vez más conocido y las reflexiones clínicas sobre el sadismo se nutren con las reflexiones literarias de Sade. Incluso algunos pensadores afirman que en el ejercicio de analizar los signos, invertir las pulsiones sádicas y masoquistas y reflexionar sobre la gran unidad de los contrarios para obtener Masoch a partir de Sade. Es decir, que la obra de Masoch no tiene porqué servir de complemento a la obra de Sade pues ambas presentan grandes diferencias. Más adelante se relatarán.


2.2 Concepto masoquista desde el punto de vista de la novela.


Kafft-Ebing define el masoquismo no sólo como el vínculo de dolor-placer sexual sino como el comportamiento más profundo de esclavitud y humillación.


El masoquismo busca un verdugo y tiene la necesidad de formarlo, persuadirlo y hacer una alianza con él para llevar acabo su “empresa”. En la obra “La Venus” el masoquista, en este caso Severin, tiene que formar a la mujer déspota, Wanda. Tiene que persuadirla y hacer de su gusto masoquista una manera prioritaria de relacionarse con él: “En el amor no hay igualdad (…) pero si me dieran a elegir entre dominar o ser subyugado, me parecería mucho más atractivo ser esclavo de una hermosa mujer. Pero ¿dónde encontrar la hembra que ejerza su influencia sin mezquinas querellas que domine con calma y serenidad, incluso con severidad? (…) – Yo…, por ejemplo… (dice Wanda) yo tengo el talento de déspota… también poseo el abrigo de pieles que se necesita…”


En la obra vemos como el héroe masoquista parece ser educado, formado y comandado por la mujer autoritaria, pero en lo más profundo es él quien la forma, la disfraza y le dicta las duras palabras que él desea oír. La victima habla a través de su verdugo. El gusto por las pieles en Wanda se agudiza cuando Severin le explica el por qué de su deleite por estas prendas. La retórica y forma de expresar su placer cautiva a Wanda encontrando el deleite no tanto en lo elegante que se pueda ver vestida con ellas sino en la erotización que tiene para su amado que ella las lleve: “Ya no me entiendo a mi misma pero he de haceros una confesión. Habéis corrompido mi imaginación. Mi sangre arde y he empezado a encontrar el gusto en todo eso: el entusiasmo con que habláis de todas las mujeres egoístas, frívolas y crueles, ese entusiasmo vuestro me arrebata, penetra en mi alma y me empuja a hacerme semejante a esas mujeres… ”


Wanda se siente culpable de azotar a su amado, no concibe el flagelarlo pero al oír hablar a Severin sobre sus anteriores relaciones y su gusto por los maltrato no puede evitar hacer parte de las necesidades que tiene Severin.


En la obra de Masoch vemos como el masoquismo tiene que estar regulado por contratos: las cosas deben ser dichas, prometidas, anunciadas y descritas antes de consumarse. Cuando por fin Severin convence a Wanda de que él sea su esclavo, ella misma redacta un contrato en el cual se describen las obligaciones y deberes que él tiene que tener con ella: “Ha esbozado un contrato por el cual me comprometo, bajo palabra de honor, bajo juramento, a ser su esclavo mientras ella quiera ”


2.3 Concepto sádico


Georges Bataille explica que el lenguaje de Sade es paradójico porque es esencialmente el de una victima: “Como regla general, el verdugo no emplea el lenguaje de la violencia que ejerce en nombre de un poder establecido, sino el del poder, que lo excusa en apariencia, lo justifica y le procura una razón de ser elevado. El violento es propenso a callarse (…) Así, la actitud de Sade se opone a la del verdugo, siendo su perfecto opuesto”. Sólo quien ha sido victima tiene la capacidad de describir las torturas que ha padecido, quien las ejecutan, los verdugos, emplean un lenguaje exento de esa clase de dolor pues no lo han sufrido. Así pues utilizan un lenguaje del poder establecido que determina sus discursos.


Según Deleuze el sádico no busca educar como lo hace el masoquista sino “intenta mostrar que el razonamiento mismo es una violencia, que está de lado de los violentos con todo su rigor, toda su serenidad, toda su calma. Ni siquiera se trata de mostrar a alguien sino de demostrar (…) el oyente a quien el razonamiento se dirige, el objeto en el cual se obtiene el placer, no tiene que compartir dicho razonamiento más de lo que comparte ese placer”

Por lo tanto, el sádico a diferencia del masoquista no tiene la necesidad de educar a su verdugo, sino de apoderarse de la victima y gozar de ella mientras esta menos conocimiento tiene de su ejercicio sádico y cuanto menos persuadida está.


El sádico cree no ser partícipe de un yo criminal sino su placer está en negar la naturaleza en “mi” y fuera de “mi”, es decir de negar el yo mismo. Wanda se puede considerar una sádica cuando al final de la novela abandona a Severin pidiéndole antes de marcharse con su amante, el Griego que lo torture. “Abrigo la esperanza de que, bajo los golpes de mi látigo, os hayáis curado. La cura fue cruel pero radical”


2.4 Diferencias y similitudes entre masoquismo y sadismo.


Según historiadores y médicos hay una clara relación entre el placer de hacer daño y el de padecerlo. Al sádico le gusta azotar tanto como ser azotado, pasa lo mismo en el masoquismo pero a la inversa, hay una especie de sadismo en el masoquismo. Un ejemplo de ello es cuando Severin, héroe masoquista, se declara curado y es él quien fustiga y tortura a las mujeres.


¿El sádico no temerá que le hagan a él lo que él hace a sus victimas? Según Deleuze al sádico “los dolores que le imponen son últimos placeres y no porque vendría a satisfacer (…) un sentimiento de culpa, sino al contrario, porque lo confirman en una potencia inalienable y le conceden una certeza suprema” En ese orden de ideas el sádico disfruta no por ser castigado sino por llegar lo suficientemente lejos para merecer ese trato.


La unidad dialéctica: sadomasoquismo hace que este encuentro se produzca dado que a uno le guste sufrir y al otro hacer sufrir.


Freud recoge la idea de sadomasoquismo refiriéndose a un encuentro interior de instintos y pulsiones en la misma persona “El que siente placer en producir dolor a otro en una relación sexual es capaz también de gozar como placer del dolor que se deriva de unas relaciones sexuales. Un sádico es siempre también al mismo tiempo un masoquista, aunque uno de los dos aspectos de la perversión, el pasivo o el activo, puede haberse desarrollado en él con más fuerza y constituir su práctica sexual prevaleciente”


Deleuze rebate esa simbiosis sadomasoquista planteando un razonamiento muy interesante: “Se considera la mezcla placer-dolor como una suerte de materia neutra, común al sadismo y al masoquismo. Se aísla inclusive un lazo más preciso “el propio placer- el propio dolor” que se supone igualmente vivido por el sádico y por el masoquista, sin importar las formas concretas de las que él resulta en un caso y en otro. (…) Si es verdad, y esto no deja dudas, que el sádico siente también placer en los dolores que sufre ¿los siente de las misma manera que el masoquista? Y si el masoquista siente también placer en los dolores que inflinge ¿los siente a la manera sádica?”


Por lo tanto, se puede decir que al igual que existen similitudes claras entre estos dos gustos hay también grandes diferencias.


Un verdadero sádico no soportará a una victima masoquista pues se desconcentraría con el placer que el masoquista está sintiendo al ser flagelado y posiblemente su goce sádico no tendría tanta fuerza. Tampoco un masoquista soportará a un verdadero sádico pues, como hemos dicho anteriormente, el masoquista disfruta educando y convenciendo a su verdugo para que lo azoten. Entonces si el verdugo que inflinge el dolor no es sádico ¿qué es? Como vemos en “La Venus” Wanda, mujer verdugo, pese a hablar de si misma en algún momento como una déspota (“yo tengo el talento de déspota”) llega a sentir culpa por azotar a Severin. Así pues podemos decir que Wanda no es sádica sino que forma parte de una situación masoquista, pertenece al masoquismo, sin necesariamente tener los mismos gustos masoquistas de Severin. Wanda es el elemento complementario del masoquismo sin ser propiamente masoquista.


Es curioso que después de reflexionar sobre las diferencias entre sadismo y masoquismo, entenderlas y estudiarlas e incluso llevarlas a terrenos clínicos no se haya bautizado esa complementariedad del masoquista que no es propiamente masoquista ni sádico. ¿No se podrá definir por qué en el caso del masoquismo y más concretamente de los personajes de “La Venus” el lenguaje de los dos protagonistas tiene algo de místico y de inefable por pertenecer a los ámbitos del amor?


3. El papel de la mujer en La Venus de las pieles” de Masoch.


De Wanda, protagonista de la novela “La Venus” se puede decir que es una mujer musculosa, con un carácter altanero, con cierta crueldad aun siendo tierna e inocente. Es una mujer que se dice pagana (“yo me atrevo a decir, ya que mis principios son realmente paganos, que quiero gozar la vida en su totalidad. ”), es partidaria de la independencia de la mujer (“el hombre tiembla en cuanto la mujer se hace su igual”) y de la brevedad de las relaciones amorosas (“en las relaciones entre el varón y la hembra la naturaleza no conoce lo permanente”), denuncia el matrimonio, la moral, la Iglesia y el Estado como invenciones del hombre que es preciso destruir.

Como hemos indicado anteriormente Wanda al principio de la novela, aunque flagela a Severin, no se le puede atribuir el papel de dominante sádica (“La sensualidad serena de los griegos es para mi una alegría exenta de dolores, un ideal que intento realizar en mi vida.”) Pero al final de la novela se conduce como la sádica, utiliza al Griego, su nuevo compañero sentimental, para que flagele a Severin y huye con él. Severin debido a esta situación se hace él mismo sádico. “Me muero de vergüenza y desesperación. Y lo más ignominioso es que siento una suerte de placer fantástico y suprasensual en esta situación lamentable, librado al látigo de Apolo y escarnecido por la risa cruel de mi Venus. Pero Apolo me libera de toda poesía al sucederse uno a otro los golpes, hasta que por fin, apretando los dientes de cólera impotente, me maldigo a mi mismo y a mi imaginación voluptuosa, a la mujer y al amor”.


Así pues para Severin su masoquismo ha perdido su razón de ser cuando Wanda se vuelca en el sadismo final. Ella se vuelve sádica a fuerza de no poder cumplir el papel que Severin le impone (“Usted mismo ahogó mis sentimientos con su devoción novelesca y su loca pasión”). En reiteradas ocasiones ella habla sobre su inseguridad de no poder ajustarse al rol que el masoquista de Severin le pide (“Temo no poder hacerlo, pero voy a intentarlo: lo intentaré por amor a ti, pues te amo, Severin…”), pero como hemos dicho anteriormente lo que busca el masoquista no es un sádico sino un complemento para su empresa masoquista. Debido a esto Severin se frustra y abandona su papel masoquista.


Parece que Severin tiene por ideal encontrar a una mujer que posea una esencia del masoquismo, renunciando a su propio masoquismo subjetivo sin por ello convertirse en sujeto sádico. El ideal de él es una mujer-verdugo cruel y sentimental, reitero, no propiamente sádica.


Severin en vez de placer y goce, siente repudio y odio cuando es flagelado por el Griego esto es debido ¿a que entre ellos dos no hay un acuerdo contractual, que Severin no soporta que un hombre lo latigue o que Masoch no concebía que sus personajes no se relacionaran más allá de la heteronormatividad? Definitivamente hay algo a destacar en el tercer concepto de esta pregunta puesto que durante toda su obra se habla de géneros opuestos que se complementan o se repudian y que no perduran (“en las relaciones entre el varón y la hembra la naturaleza no conoce lo permanente”).


El contrato para el masoquista como hemos visto es una característica a destacar en esta práctica. La mujer, en el caso de “La Venus” queda implicada en una relación contractual con el masoquista en calidad de objeto en una sociedad patriarcal. Wanda accede a redactar un contrato a desempeñar un rol pese a lo insegura que se encuentra frente al patrón que Severin quiere que ella desempeñe. (“Me repugna todo este juego brutal. Si yo fuera realmente la hembra que azota a sus esclavos, te espantarías”) Aun fijándose a las características del contrato Severin desmitifica el ejercicio masoquista y se rescinde el contrato.


Se podría decir que el masoquista está sometido a las leyes y se encuentra satisfecho al estarlo. Pera esa sumisión, esa aparente debilidad puede ser debido a que esa misma ley que prohíbe determinadas acciones esconde detrás de ella exceso y desorden. El masoquista que considera la ley como punición va a querer ir en contra de ella para experimentar el placer del castigo, hace del castigo una opción que hace posible el placer prohibido. El psicoanalista Theodor Reik analiza bien este proceso afirmando “el masoquismo no es placer en el dolor, y tampoco en el castigo. A lo sumo, el masoquista encuentra en el castigo o en el dolor un placer preliminar: pero su verdadero placer lo encuentra a continuación, en lo que la aplicación del castigo hace posible. El masoquista debe padecer el castigo antes de sentir el placer. ”


Conclusiones


El sadismo y masoquismo no se limita únicamente a las prácticas sexuales, el gusto en el dominio y el placer en el sometimiento se vive a diario.

La moraleja de Severin (“la mujer (…) sólo puede ser o esclava o déspota pero nunca compañera. Sólo podrá ser su compañera cuando ella tenga los mismos derechos que él, cuando ella se iguale a él por la formación y por el trabajo. Ahora tenemos la alternativa de ser yunques o de ser martillos”) lleva a reflexionar sobre la acertada afirmación que Besani sostiene “sólo cambiando las formas eróticas, cambiarán las formas políticas.” Este planteamiento prolonga la invitación foucaultiana en cuanto a la invención de nuevas formas de estar juntos.

Como hemos visto no sólo hay un gusto por el dolor en el masoquismo sino por la autoridad excitante, el amor según el relato de Masoch no es ajeno al placer en el dominio y la sumisión. Es seguramente el amor que siente Wanda la que le hace establecer ese rol en el masoquismo aunque no se sienta cómoda. Lacan dice “el amor hace al goce condescender al deseo”. El amor de Wanda ha funcionado como vía transformadora a un sadismo final y una complementariedad en el masoquismo de su amado. Wanda tuvo determinación para ejercitar su nuevo proceso de subjetivacion o identidad poniéndolo en práctica durante un periodo de tiempo pero esa misma identidad franqueó pues en su decisión de llevarla a cabo su deseo no fue lo suficientemente determinante, aunque su entorno era ideal para conseguirlo. Esa identidad “ficticia” llevó a que sobrepasara esos límites y se convirtiera en sádica al modificar su objeto de amor (el Griego).


BIBLIOGRAFÍA

- Bercovich, Susana. “La dicha en la esclavitud”.

- Sacher- Masoch, Leopold von (2006) “La Venus de las pieles”. TusQuets.

- Krafft-Ebing, Psicopatía sexual.

- Deleuze, Gilles (2008) “Lo frío y lo cruel”. Amorrortu.

- Deleuze, Gilles y Guattari, Felix (2002) “Mil mesetas”. Pre-textos.

- Curran, J: Morley, D. y Walkedine, V. (coop) (1998) Sujeto a cambio sin previo aviso: la psiciología, la postmodernidad y lo popular. Barcelona: Paidos.

- Foucault, Michel. “Historia de la sexualidad” (2006). Siglo XXI